Cuando el desenfoque es una nota musical

09.04.2011 por Joan Carles Martorell

Vincent Moon (Mathieu Saura, París, 1979) la lió bien liada cuando en 2006 puso en marcha sus videoclips-documentales para "La Blogotheque". Inventar, lo que se dice inventar, inventó poco... pero sí tuvo la gran habilidad de sintonizar mejor que nadie con su tiempo: cuando el videoclip musical tradicional estaba de capa caída –como «objeto promocional» para vender discos– llegó Moon con sus «conciertos para llevar».

Presupuesto cero, música en directo, plano secuencia, luz natural, localizaciones heterodoxas, interacción con el entorno, publicación gratuita en internet... fueron las normas autoimpuestas –con ecos de Bazin y Dogme95– para regalar al mundo uno de los fenómenos más importantes e inspiradores de la historia del audiovisual musical. Importantes porque las bandas indies –y no tan indies– de moda no dudaron ni un momento en participar del juego: Bon Iver, Arcade Fire, Sufjan Stevens, Animal Collective, y muchos más, tuvieron sus magníficos vídeos. Inspiradores porque el formato se contagió por infinidad de países, generando nuevos proyectos que copiaban, adaptaban o reinventaban esos videoclips-documentales: desde "The Black Cab Sessions" (Reino Unido), pasando por "PSL Musik Med" (Suecia), a "Venuspluton!com" (España). Este último, proyecto que felizmente co-dirijo.

Después de su etapa por "La Blogotheque", Vincent Moon empezó, hace un par de años, a viajar por todo el mundo retratando bandas nuevas y descubriendo músicas. Un nómada, ya lejos de su París natal, que ha ido produciendo otro buen puñado de vídeos, tanto «conciertos para llevar» como documentales musicales y experimentos varios. "An Island", su último trabajo, es un mediometraje grabado en una isla de la costa danesa con Efterklang interpretando 8 de sus temas a lo largo de 50 minutos. Y el resultado, una vez más, es fabuloso. De nuevo planos secuencias con alguna que otra tijera minuciosamente puesta, música en directo con un sonido sobrenatural y ahora, para variar, algo más de tiempo. Tiempo, en esta era de la velocidad, para recrearse en los paisajes, en la lluvia, en la luz. El sello de Vincent Moon impregna todo el metraje: su obsesión por el contraste y el tele-zoom, por el foco y el detalle... Muy destacable es también la participación de los habitantes de la isla: abuelos, amigos y niños que cantan y tocan instrumentos junto a la banda. Pero la cosa no queda ahí. El film "An Island" también llama la atención por su sistema de distribución y exhibición. Como ya experimentaron en su momento proyectos como "Sita Sings The Blues" o "To Shoot An Elephant", la película musical de Efterklang tiene una licencia de Creative Commons y su autores autorizan su visionado en «pases público-privados» auto-organizados (en un par de meses ya llevan más de mil), así como aceptando donaciones a través de Paypal. Todo ello centralizado desde su website, por el que vale la pena darse una vuelta para entender la totalidad del proyecto.

Ayer "An Island" se proyectó en la decimotercera edición del Festival ZEMOS98 de Sevilla. Es el primer festival español que proyecta el film, y al acabar entendí perfectamente por qué Moon y los suyos han optado por la fórmula de «facilitar» las proyecciones colectivas, en pantalla grande y buen sonido, antes que liberar directamente el contenido completo en internet para que sea consumido en un portátil o un teléfono. En el Centro de las Artes de Sevilla se llenó, recibiendo a los espectadores que venían de los diferentes «conciertos domésticos» programados durante la tarde. Hubo aplausos y bostezos –se acabaron para siempre los públicos homogéneos– y eso solo puede significar que ZEMOS98 sigue haciendo bien su trabajo programando materiales de esta naturaleza.

A modo de prescindible post scriptum a este artículo, me gustaría destacar un detalle del final del film que me emocionó. El año pasado conocí a Vincent Moon en una entrevista que le hicimos para "Venuspluton!com". Al acabar estuvimos hablando sobre el Primavera Sound y nuestra intención de grabar allí unos directosalavena. Le expliqué que era juego venusplutonero en el que la cámara debía estar entre el público en algún momento y, antes o después, encima del escenario con los músicos. Todo ello, cómo no, en plano secuencia. La gracia del formato –la cuestión diferencial con una grabación convencional de un concierto en multicámara– era que jugábamos, en un mismo plano, con los dos puntos de vista: el del público (con y entre ellos y ellas, bailando y sudando) y el de la banda (que desde arriba toca y observa al público). Pasando entre bambalinas, estrechando la distancia entre unos y otros, como ya hicieron en su día U2 en la gira ZOOTV (en la que Bono grababa al público con su videocámara) o Winterbottom en su peli "9 Songs". Y la idea le gustó. De hecho, casualidades o no, el mismo Vincent Moon acabó saliendo entre el público en el directoalavena que grabé de Pony Bravo. "An Island" termina con un directoalavena de Efterklang, de hecho el mejor directoalavena que nadie haya hecho hasta ahora. Le debo –le debemos– mucho a Mateo –como quería que le llamásemos aquí– y me entusiasma que, aunque de manera casi microscópica, nosotros los venusplutoneros le hayamos inspirado también algo a él.

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