La idea de Miguel Noguera como metodología

07.04.2011 por Felipe G. Gil | ZEMOS98

Imaginemos que viviéramos en un mundo donde una mujer decide comprar un joven y lustroso caballo (pura sangre) solo para que le llevara el bolso. En un mundo donde conociéramos a un insecto muy despeinado que no quiere ser molestado. En un mundo donde Chuck Norris decidiera pintar un cuadro al óleo de Bruce Lee. Un cuadro muy malo. En un mundo en el que hubiera personas que transportan grandes tarros llenos de sudor. Donde hubiera bares que atropellan a sus clientes, viejos que hipnotizan sin querer, gente muy competente sin brazos y anos de perro con forma de smiley. Si ya te sientes lo suficientemente dentro de ese mundo, bienvenido al cerebro de Miguel Noguera.

Ayer miércoles 6 de Abril, Miguel Noguera ofreció en el 13 Festival una nueva versión del Ultrashow, musicada por momentos por el entrañable y carismático Daniel Granados (uno de los coordinadores de Producciones Doradas, integrante de Tarántula, miembro fundador de ZZZINC y activo participante en la defensa del procomún). Fue una sesión calurosa, tanto por la falta de refrigeración del espacio, como por el consumo de oxígeno provocado por el incremento en la sala de los niveles de Inmunoglobulina A y de Linfocitos T, es decir, por la risa.

Miguel Noguera es, como bien dice Sofía en el texto del programa de mano, «un trovador surrealista, un superhéroe de lo sobrenatural, un mesías del absurdo empeñado en llevar hasta las últimas consecuencias su controvertido estado mental». Su propuesta escénica le permite convertir cualquier anécdota de su vida cotidana en un microrrelato digno de ser considerado realismo mágico. Nada pasa desapercibido. Todo elemento, persona o situación puede ser objeto de su centrifugadora neuronal. «Lucho por hacer reír», nos decía el año pasado en la entrevista que nos concedió.

En "Ultraviolencia", el primer libro en solitario de Miguel Noguera, editado por Blackie Books, Noguera vuelve a dar el salto al papel (tras “Hervir un oso”, junto a Jonathan Millán). para compartir su manera de ver el mundo. Es lo que muchos llaman el post.humor. Una etiqueta que comparte con algunos de sus discípulos aventajados (como los Venga Monjas, ahora guionistas de "Museo Coconut", la última producción de la troupe de Muchachada Nui). O con una creciente tendencia de micro-humoristas que utilizan twitter para esparcir punzantes e irreverentes maneras de ver el mundo

  • Doctor, ¿cuánto me queda de vida, entonces? /// Diez /// ¿Diez que? /// Nueve...
    @samuelhermoso
  • Leer a Paulo Coelho es mucho más interesante si cambias todas las veces que dice "vida" por "birra".
    @LolaFett
  • La sinceridad ha arruinado más vidas que las drogas.
    @200bares

Pero el "Ultrashow" no le hace gracia a todo el mundo. La imagen de un enano matando caballos o de una práctica homosexual consistente en insertarse a un compañero sin brazos, pone en guardia a parte del público. ¿Es esto parte de las transgresiones necesarias para cuestionar nuestro sentido común acerca de lo políticamente incorrecto? ¿O existen ciertas bromas que no merecen ser justificadas como parte del surrealismo que propone Noguera? La frontera es díficil. Censurarlo sería un ejercicio absurdo (tanto como querer crucificar a Vigalondo por hacer un chiste en el que decía que el Holocausto fue un montaje). El desparrame es parte de su propuesta. El exceso. Borrar los límites. Llevarte al extremo y sentarte junto a dos gorilas que orinan en el abismo. Pero al mismo tiempo estamos en nuestro derecho de no reír todas sus ideas. De considerar que es un desperdicio no aprovechar su capacidad para hacer críticas sistémicas. Sobre todo ahora que empieza a despegar y a crecer para convertirse en una versión actualizada de Faemino y Cansado. Sobre todo después de pasar por la gran palestra mediática que supone Buenafente. Bienvenido al mainstream del humor, Mr. Noguera. Adelante y suerte.

Así pues quizás sea lo mejor sea considerar que sus “ideas” son un regalo para nuestra imaginación. Una herramienta de la que podemos apropiarnos y adaptarla a nuestro propio imaginario. Un arma de ataque a los discursos bienpensantes. Al imperio de lo políticamente correcto. Un cuchillo para rebanar la realidad. La idea de Miguel Noguera como metodología.

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